La crisis busca a los más capaces.
           
             Peter Kuzmi�
           Si Sanader  renunció porque no tiene la solución para salir de la crisis, entonces su  elección de la persona que va a sucederlo no resulta ser un hecho bien  intencionado sino más bien profundamente anticroata. De qué otra manera – sino  como una burla a la nación –  podemos explicar el que haya instalado a la  aún menos capaz y carente de liderazgo Jadranka Kosor allí donde él mismo ya no  sabía cómo desempeñarse. A quién no le resulta evidente que los tiempos de  crisis necesitan de los más capaces en la cima del poder. La empatía puede ser  la expresión de un corazón bien intencionado pero no dice nada sobre la capacidad,  la  sabiduría o la audacia. Puede una fiel seguidora ser una dirigente  confiable? Pueden los obsecuentes seguidores partidarios convertirse de la  noche a la mañana en líderes independientes y decididos? Es evidente que en  nuestra escena política reina la confusión y la falta de ideas claras debido a  los intereses creados y las ambiciones personales, que imposibilitan llegar a  un consenso en cuanto al sentido y la dirección para el anhelado desarrollo del  estado y  la sociedad.
           La crisis de la moral y de la competencia. 
             Sobre la relación  entre la moral y la política se habla poco y a regañadientes porque se ha  generalizado erróneamente la idea de que se trata de una actividad  profundamente inmoral. Personalmente no concuerdo con ello ya que sostengo que  se trata de una actividad pública sumamente noble y responsable. Como dijo hace  algunos años el conocido congresista americano Frank Wolf en la Facultad de  Teología de Osjek :” La política es un trabajo deshonesto solo si lo realizan  personas deshonestas”. Ya el genial Hegel discutió sobre la antítesis entre la  moral y la política y la necesidad de que ambas se armonicen. Kant insistió  idealísticamente sobre la máxima “la honestidad es la mejor política”, aún  cuando a él mismo le resultaba claro que la práctica muchas veces contradice  esta imprescindible condición de la política. La crisis de la política croata  no solo confirma que la antítesis entre la política y la moral no ha sido  superada sino que además demuestra la fuerza con la que  la política inmoral  promueve la incompetencia. Además de la crisis ética de valores comunes se  produce también una crisis de competencias. En consecuencia, toda política que  desee recuperar su propia dignidad y devolverle la confianza al pueblo a quien  tiene la obligación de servir, debe acabar con intervenciones puramente  cosméticas y encaminarse hacia la meta de una profunda renovación de sus  valores y de sus competencias. Esto implica no solamente una reforma de todos  los sectores de la organización social y de la vida pública sino también la  transformació n del contaminado clima que posibilita el gobierno de la  inmoralidad y de la incompetencia.
           Para el bien común. 
             La política es  sinónimo de poder y todo poder es inconcebible si no se sustenta en la  promoción y garantía del bien común. El poder político se justifica éticamente  solo si sirve consecuente y efectivamente al bien común y no a los intereses  individuales, partidarios o corporativos. El poder político confirma su solidez  moral por el principio de la solidaridad en su preocupación por los más débiles  y necesitados. Reconocemos que es difícil ocuparse de la política en estos  términos ya que la sociedad contemporánea está cargada de intereses encontrados  que no es fácil conciliar, pero es justamente por eso que los cargos públicos  deben ser ocupados por los líderes más responsables moralmente y más  competentes técnicamente. Concluimos con una cita crítica del significativo  documento de Juan Pablo II aparecido en tiempos del nacimiento de la  independencia croata: “Cuestiones que surgen de las sociedades cuando no son  consideradas según los criterios de la justicia y la moral sino según el poder  político y financiero de los grupos que las apoyan… El resultado es una  incapacidad cada vez mayor para lograr que los intereses individuales se  integren en una visión coherente del bien común. Este bien común no es, a  saber, simplemente el conjunto de intereses individuales sino… la puesta en  valor y la suma que se lleva a cabo sobre la base de una nivelación de la  jerarquía de los valores que a fin de cuentas implica una exacta comprensión de  la dignidad y el derecho de la persona.” (Centesimus annus, 47)
           Fuente: Glas Slavonije, autor: Peter Kuzmi�
             Traducido al español: ............... ???